Entrevista a David Bowman
Entrevista a David Bowman, autor de Libre
E16 : ¿Dónde naciste?
DB: Vi la primera luz en Edimburgo, ciudad que todavía hoy esconde para mí un significado cálido y entrañable. De su barriada portuaria, Leith, bien puede afirmarse que tiene un color especial. O eso dicen los del río, que es como llaman en la ciudad a los edimburgueses fetén, o sea, a los del estuario del río Leith, donde nació la ciudad hace mil años. O los que sean: muchos en cualquier caso.
E16: ¿Creciste en el mismo sitio donde naciste?
DB: A los nueve años, cuando falleció mi pobre y desgraciado padre, me mudé a Madrid. Perdí el mar y gané el cielo: de Madrid, el cielo. O algo así, no sé.
E16: ¿Cómo fue tu infancia?
DB: Normal para un triste huérfano de padre que la vivió a caballo entre el Reino Unido herético, anglicano y orgulloso de formar parte de los aliados vencedores en la IIWW, aunque fuese a costa de renuncias y sinsabores sin cuento, y la católica y cerrada España franquista, que arrastraba sus propios dolores y fantasmas. Las espantosas secuelas que dejan las guerras como recuerdo no se extinguen hasta que pasan al menos cincuenta años. Y viendo España, que en menos de veinte años conmemorará el centenario de su guerra incivil, no sé yo.
E16: ¿Con qué libro, cuento o historia tuviste tu primer acercamiento a la literatura?
DB: Yo diría que fueron decisivos en mi formación lectora Richmal Crompton, con sus historias de William Brown y los Outlaws, así como adaptaciones ilustradas del Gulliver, de Swift, y del cervantino Quijote.
E16: ¿Letras o ciencias?
DB: Más letras, parece a estas alturas, lo que no impide que sea uno fan de la astrofísica, la química orgánica y la paleobiología. Toda mi vida he seguido con interés los trabajos de divulgación de gente con tanto nivel como Sagan, Jay Goulld, los Cavalli-Sforza y tantos otros. Debo matizar aquí también que la filología, al fin y al cabo, es disciplina de extraordinaria exigencia científica y que esa distinción absurda, “ciencias y letras”, es una ocurrencia de don Pedro Sainz Rodriguez, que sería un sabio, pero también un intrigante y un tocapelotas que cuando metía el cuezo lo metía hasta el fondo y sin límite.
E16: ¿Dónde estudiaste?
DB: En Edimburgo, Madrid, Londres y también en Magdeburgo, donde en 1979 seguí un curso inolvidable y muy selecto (éramos cinco alumnos nada más) sobre lenguas románicas con Müller. Además de sabiduría, Hans Müller tenía un sentido del humor envidiable. Recuerdo que hacía unos chascarrillos tronchantes a costa de don Ramón Menéndez Pidal, a quien por otra parte respetaba mucho y con quien se había relacionado bastante y había mantenido también encendidas disputas a propósito de Herder y el nacionalismo lingüístico.
E16: ¿Hay alguna experiencia de la adolescencia que te marcara, y te convirtiese en la persona que eres hoy?
DB: La muerte de mi padre y los acontecimientos narrados en Libre, sin ninguna duda. Aún sin darme cuenta cabal de ello, a mi vuelta de París había comprendido que el mundo carece de límites y también que el horizonte, sobre todo el horizonte personal de cada uno, se expande eternamente igual que se expande el Universo. Y que perseguirlo sin descanso ni reposo es obligación irrenunciable de cada hijo de vecino.
E16: ¿Algún amigo, profesor o pariente que significase un apoyo incondicional?
DB: Mi madre, que me quiso como sólo puede querer una madre sabia, y mis dos abuelos, que estaban como cabras. El recuerdo de mis dos abuelos, que eran viudos y unos cantamañanas fascinantes, aún hoy me alegra un día deprimente que en otras circunstancias, sin la memoria de estos dos caballeros, sería como para tirar a la basura.
E16: ¿Por qué elegiste enfocar tus estudios hacia la carrera de Cine?
DB: ¿Lo cuálo? Ese sería otro.
E16: ¿Dónde viviste tus años de universidad?
DB: Madrid, básicamente.
E16: ¿Cómo fueron?
DB: Excelentes.
E16: ¿Escribías desde antes, fue ahí o comenzó más tarde?
DB: Ficción en plan ‘artista’, vamos a decir, mucho más tarde.
E16: ¿Hay algún libro que por esa época fuese importante para ti?
DB: El Shanti Andía Y lo sigue siendo. En la duda, siempre vuelvo a Baroja.
E16: ¿Algún recuerdo especial, significativo?
DB: No.
E16: ¿Cómo te definirías como escritor?
DB: De ninguna manera. De hecho no soy ni siquiera escritor. Soy uno que escribe. Uno más.
E16: ¿Cuáles son los elementos principales que suelen aparecer en tus relatos?
DB: Las palabras. Yo diría que no hay relato sin palabras. Y que elegir estas es arduo y harto trabajoso.
E16: ¿Qué cosas te inspiran a la hora de ponerte a escribir?
DB: Ninguna en especial. Me empuja, sobre todo, el deseo de huir de la ramplonería ambiental que nos rodea. Yo diría que esa ramplonería es incluso peor y bastante más contaminante que la polución, no menos ambiental. La cosa es tan grave como que las autoridades sanitarias andan preocupadísimas por el estado de nuestros pulmones, pero el de nuestros cerebros y nuestras almas, tan lamentable, por otra parte, como el suyo, las trae al fresco.
E16: ¿Por qué confiaste en nosotros como editorial?
DB: Porque me lo dijo la señorita Rizo, en quien confío más que en mí mismo (lo que no es mucho decir, por otra parte. La confianza en mí mismo no es mi fuerte. El “empoderamiento”, que dicen, y la confianza en uno mismo están, a mi modo de ver, sobrevalorados: los que confían mucho en sí mismos matan también mucho, desde vocaciones a ideas, proyectos e incluso gente). Bueno, y porque me gustasteis ustedes vosotros cuando nos conocimos personalmente. Unos caballeros muy aseados y que sabían lo que era un heterónimo.
E16: ¿Qué deseos, aspiraciones o pretensiones tienes acerca de este libro?
DB: Que le guste a alguien y contribuya a poner Editorial Dieciséis en el mapa.
E16: ¿Qué le dirías a un lector antes de la lectura de tu obra?
DB: Que disfrute.
E16: ¿Y después?
DB: ¿Qué te ha parecido?
E16: ¿Cuáles son tus aspiraciones? ¿Cómo te imaginas tu futuro?
DB: Mi principal aspiración es que no me duela nada. En cuanto a mi futuro, pues es una cosa que no existe: tengo ya una edad execrable, en palabras del divino ampurdanés.
E16: ¿Admiras, en este momento, a algún escritor o escritora en especial? ¿Qué le dirías?
DB: Admiro a muchos. Los respeto a todos. Decirles… pues nada especial. Que me sigan iluminando.
E16: ¿Qué libro estás leyendo ahora mismo?
DB: La tesis de Nancy, de Sender. Ramón J. Sender sigue siendo irrenunciable.
E16: ¿Cuál es el mejor que has leído en lo que llevamos de año?
DB: La pregunta es buena porque ninguno es El Mejor. Recuerdo, en todo caso, que me dejó turulato Las memorias de Leticia Valle, de Rosa Chacel, una novela que leí este invierno durante un largo y plácido viaje ferroviario.
E16: ¿Con qué te quedas de esta experiencia durante el proceso de publicación de este libro?
DB: Con la paciencia y la bonhomía de mi editor. Se ha ganado el cielo.
E16: ¿La tortilla con cebolla o sin cebolla?
DB: Con cebolla siempre. El sincebollismo es un encebollamiento. Un sindiós propio de guiris y gente sin honor, conciencia ni paladar. Eso sí, la tortilla JAMÁS debe saber a cebolla. La cebolla es imprescindible para matizar el sabor del huevo y el aroma del aceite de oliva. De la conjunción de los tres elementos, aceite, huevo y cebolla, sabiamente aglutinados por la gracia de la patata, emerge poderosa la personalidad original de la tortilla en sí misma considerada.
3 commentarios
Libre · 13/05/2019 a las 5:07 pm
Grande David Bowman, autor de una excelente novela <> Sus lectores esperamos con impaciencia su nueva novela <>
Libre · 13/05/2019 a las 5:08 pm
Grande David Bowman. Esperamos impacientes su nueva novela “Libre”
Estrella · 14/05/2019 a las 2:33 pm
David Bowman ilumina siempre. Es un lujo leerlo. Deseando leer Libre.