Entrevista Raúl Quirós Molina autor de Vertedero

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E16: ¿Dónde naciste?

Raúl: En Madrid.

E16: ¿Creciste en el mismo sitio donde naciste?

R: No, viví en Alcalá de Henares, en el barrio periférico de Nueva Alcalá, en un bloque de doce plantas.

E16: ¿Cómo fue tu infancia?

R: Tan violenta y tierna como solo lo pueden ser las infancias. Una vez me robaron una bicicleta haciéndome bajar de la misma para comprobar la aparición de un conejo inexistente. Sigo buscando el conejo.

E16: ¿Con qué libro, cuento o historia tuviste tu primer acercamiento a la literatura?

R: Creo que el primer libro que recuerdo fue Juan Chorlito y el Indio Invisible. El primer libro estrictamente literario fue El conde Lucanor, que me regaló mi madre cuando pasé a sexto de EGB. Se lo pedí yo.

E16: ¿Qué se te daba mejor en la escuela e instituto, letras o ciencias?

R:  Yo era de los empollones. Estudiaba mucho y era responsable, aunque motivado por la angustia y el terror al futuro.

E16: ¿Dónde estudiaste?

R: En el Colegio Lope de Vega de Alcalá de Henares.

E16: ¿Hay alguna experiencia de la adolescencia que te marcara, y te convirtiese en la persona que eres hoy?

R: Fundamentalmente el paso por el colegio y el instituto, donde uno aprende que el discurso de la meritocracia y su realidad son distintas. Que a veces hay que ceder ante un superior incapaz para conseguir vencerlo. Lo importante que son los aliados cuando la condición -en este caso, estudiantes- es la misma.

E16: ¿Algún amigo, profesor o pariente que significase un apoyo incondicional?

R: Más allá de mis padres, que siempre me animaron a estudiar y a escribir, y son  los primeros lectores de mis manuscritos; en el instituto me encontré más bien lo contrario al empoderamiento y al apoyo hacia las pasiones que pudiera tener uno. En cierta manera, eché bastante en falta que no fuera un colegio fielmente religioso; al menos la opresión vendría de los curas o de la religión, yo que sé, contra Dios se lucharía mejor. Este no. Este era un colegio concertado regido por antiguos camaradas del PSOE y de CCOO, gente felipista que censuraba los periódicos de los alumnos y espiaba los debates organizados por los que éramos más combativos, no fuera a ser que nos organizáramos y decidiéramos cómo queríamos ser educados. La selección de personal era puramente negativa, excepto por un par de profesores, que hacían lo que podían ante este percal de nepotismo (muchos hijos de profes) y chulería. Del resto, más allá de lo puramente lectivo, lo que se nos transmitió a todos los chavales fueron los fundamentos éticos del neoliberalismo y que eso de encaminarnos a nuestras pasiones era de fracasados. Por eso activamente aconsejaba dedicarnos a “algo útil” y “algo productivo” y por eso la mitad hizo ingenierías y la otra mitad algo relacionado con la salud y posiblemente todos hayamos pasado por un terapeuta o dos en los últimos veinte años.

E16: ¿Por qué elegiste enfocar tus estudios hacia el Ingeniería?

R: Fue una mezcla de miedo introyectado y curiosidad sana hacia la computación. Era el año 98, Google, Facebook, Amazon no existían; podías emborracharte y hacer el ganso y no tenías que preocuparte de que tu foto saliese en Instagram al día siguiente. La gente se drogaba con pastillas (!) y Escohotado era un referente de las izquierdas. En cualquier caso, la universidad fue para mí una liberación intelectual y emocional, porque mi concepto era más humanista que profesional y aproveché aquel tiempo en ir como oyente a clases de literatura, trabajar en la biblioteca, fumar porros y tener una novia fantástica y unos compañeros igualmente fantásticos.

E16: ¿Cómo surgió la vuelta hacia la Escritura Creativa y, además, en lengua extranjera?

R: Siempre estuvo allí, escribí mucho durante mis años de facultad, leí más, compartí muchos debates, fueron años de la forja del plumífero. El máster fue un paso a la profesionalización, que fuera en Londres es puramente coincidente, ya vivía allí. En cualquier caso, no he dejado la ciencia de la computación totalmente de lado.

E16: ¿Dónde viviste tus años de universidad?

R: En casa de mis padres.

E16: ¿Cómo fueron?

R: Lo normal. No teníamos mucho dinero como para permitirme estudiar a tiempo parcial, cualquier trabajo me hubiera supuesto terminar la carrera en diez años (la mía era de cinco años, plan antiguo)

E16: ¿Hay algún libro que por esa época fuese importante para ti?

R: Creo que fue un libro que editó José Ángel Valente, Las ínsulas extrañas, me acompañó mucho tiempo.

E16: ¿Algún recuerdo especial, significativo?

R: Una asociación de la facultad creó un concurso de belleza de mujeres. En él se pedía a los alumnos que dieran una puntuación de 1 al 10 al culo, tetas, cabello y demás de las alumnas, sin que ellas hubieran dado su consentimiento. No hubo protesta alguna, algún comentario en la cafetería, resignación. Alguna gente comenzó a participar alegremente. Había un premio, creo. Protesté. Los cuatro oligofrénicos que organizaron el concurso me amenazaron con no sé qué y no sé cuántos, “maricón”, “meapilas”, “feminista”, cualquier idiotez, tampoco daban para mucho más. Así que añadieron un concurso para evaluar la belleza de los hombres, como para compensar, este era el nivel; volví a protestar, la gente se empezó a unir porque aquello ya era un escándalo y la decana les dio un toque y al final tuvieron que cerrar el chiringuito no sin quejarse de la jauría y de la incomprensión del mundo, etcétera. Esta gente cobrará hoy un sueldo en Ernst and Young, y se comprará SUVs y seguirá canales de YouTube contra la ley de la violencia de género y las denuncias falsas inexistentes. No sé, pensándolo me sorprende que en el 2003 o el 2004 no hubiera mayor conciencia al respecto. Me sorprende todavía hoy lo de enfrentarme a la asociación y a los cuatro niñatos que la llevaban. Acordarme siquiera hoy de esto. Ahora que se habla mucho de que hay que evaluar la cultura por el momento en que nacen, creo que ya entonces todo el mundo coincidía en que mierdas como esta despertaban bastante indignación, pero no se hablaba, no se decía nada por miedo a quedarte solo o sola.

E16: ¿Aparece el deseo de escribir junto con el de publicar un libro?

R: He tratado de dilucidarlo con los años. Al principio sí, supongo que a falta de Facebook e Instagram un libro publicado con 20 años de edad era una forma de crearte una imagen en el mundo. Ahora uno es más cauto porque no estás solo.

E16: ¿Cómo te definirías como escritor?

R: Trato de ser lo más honesto posible.

E16: ¿Cuáles son los elementos principales que suelen aparecer en tus relatos y novelas?

R: El terror de la gente a la vida, al amor, a la ternura. Me temo que ese terror es inagotable, ojalá no lo fuera.

E16: ¿Qué cosas te inspiran a la hora de ponerte a escribir?

R: Los comentarios de las noticias de los periódicos. Son un material salvaje.

E16: ¿Por qué confiaste en nosotros como editorial?

R: La pregunta sería al revés: ¿por qué demonios publicar un texto con personajes tan misóginos, tan perdidos? ¿No es contraproducente?

E16: ¿Qué deseos, anhelos o pretensiones tienes acerca de este libro?

R: Espero que sea leído.

E16: ¿Qué le dirías a un lector antes de la lectura de tu obra?

R: “¿Lo has pagado ya? Perfecto.”

E16: ¿Y después?

R: “Ojalá algún día sea un libro de ciencia ficción”

E16: ¿Cuáles son tus aspiraciones? ¿Cómo te imaginas tu futuro?

R: Sinceramente, lo que más me preocupa ahora mismo es el calado que tiene esta forma de pensamiento de centrismo equidistante que tolera discursos de odio y los considera parte de un debate sano. No son los racistas, los homófobos, los misóginos los que me preocupan, esos han estado allí siempre, se han llamado Alianza Nacional, CEDADE, Bases Autónomas; como digo, siempre han ido repartiendo hostias a los que no eran de los suyos (y en Alcalá los conocemos bien), y se les ha ignorado. Los que me preocupan son los que toleran y los dejan pasar y escuchan las tonterías que dicen y montan canales de YouTube donde les dan la razón. Todo desde la equidistancia. La impresión es que hay una generación de votantes que elige con plena conciencia primero a los mediocres y una vez agotados, el odio.

E16: ¿Admiras, en este momento, a algún escritor o escritora en especial?

R: Pablo Gutiérrez. Sara Mesa. Irene Vallejo.

E16: ¿Qué le dirías?

R: Les preguntaría cómo se lo montan con el trabajo y los chavales (si los tienen) para escribir tan bien.

E16: ¿Qué libro estás leyendo ahora mismo?

R: La Historia Interminable, de Michael Ende

E16: ¿Cuál es el mejor que has leído en lo que llevamos de año?

R: Ensayos de comprensión, de Hannah Arendt. Detalla muy bien cómo el totalitarismo vacía de espontaneidad al ser humano.

E16: ¿Con qué te quedas de esta experiencia, durante el proceso de publicación de Vertedero?

R: Un editor al que no odias por momentos no está haciendo un buen trabajo. Alejandro es alguien que te saca de quicio, te corrige una coma, y se pelea contigo por eso, te dice que no es condicional, sino subjuntivo, le rebates (mal) todo, te dice que lo deja como tú quieras, eso te llena de dudas, al final te rindes. Este proceso toca mucho los cojones a un adulto que fue un empollón en el colegio; de hecho, es traumático, pero en realidad, es revelador, y cuando lo piensas con el tiempo es lo mejor que te podría haber pasado a ti y a tu libro. Una gran parte del deseo del éxito del libro (y de todos los que publica Editorial Diecisésis) es para que la gente que trabaja ahí pueda dedicarse a tiempo completo a editar a más voces, más autores, durante mucho mucho tiempo.

E16: ¿Cuánto tiempo eres capaz de aguantar la respiración?

R: Soy asmático, así que imagina.

Categorías: DiarioEntrevistas

1 comentario

Aba María Gomez Gallego · 15/07/2021 a las 10:06 am

En primer lugar, enhorabuena por tu entrevista.Ojala la gente te conociera como persona, eres excepcional.
Y como mi profesor, que has sido tengo que decir , que no se puede tener mejor persona para guiarte y enseñarte, gracias

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